Una vez más, vamos a pasear por las calles de Barcelona y, en esta ocasión, hemos elegido un barrio costero para nuestra serie de Vivir en Diagonal Mar.
En nuestro segundo capítulo, en el que nos paseamos por los mejores barrios para vivir en Barcelona, hemos pensado que un barrio como Diagonal Mar, una magnífica opción de mes de Agosto.
Vamos a ver cómo está el mercado inmobiliario y a recorrer sus calles hasta llegar a la playa.
A diferencia del anterior paseo, Vivir en Poblenou, esta vez vamos a pasear por el barrio más reciente de Barcelona y, en realidad, es un barrio que más que ningún otro está en proceso de formación.
Diagonal Mar es uno de los mejores barrios para vivir, siempre y cuando te lo puedas permitir.
Me explico con datos.
El precio por metro cuadrado de Diagonal Mar es alrededor de un 25% más alto que en resto de la ciudad. Siendo estos datos no definitivos y fluctuantes según el mercado.
De todos modos, si el dinero no es problema, Diagonal Mar es uno de los mejores barrios en los que vivir en Barcelona.
En diagonal Mar están situados algunos de los pisos más espectaculares de la ciudad, la mayoría totalmente nuevos y con unas vistas que quitan el sentido.
Salimos del metro en la parada Metro Selva de Mar y lo primero que notamos es una intensa calor muy sofocante, así que nos alegramos de haber traído con nosotros una botella de agua, zapatos para callejear y nuestras gafas de sol estilo Audrey Hepburn, toalla y el bañador puesto, con este equipo y pasta en el bolsillo nadie podrá pararnos.
Podríamos haber bajado en la parada de Diagonal Mar, pero un pajarito me ha dicho que por aquí cerca hay un lugar que no puedo perderme, así que tiro diagonal abajo y mano derecha veo lo que estaba buscando.
Me sorprendo porque acabo de salir del metro y ya estoy desesperado por ponerme a la sombra.
El parque de Diagonal Mar es uno de esos equipamientos municipales que rezuma diseño por todas partes.
En realidad, y eso es algo que desconocía completamente y que he descubierto mientras escribo y me documento, es el segundo parque más grande de la ciudad de Barcelona.
Francamente, ahora que estoy aquí sentado tomando agua y mirando a mi alrededor, entiendo por qué es una de las zonas más caras de la ciudad, aquí todo está nuevo, todo está diseñado y proyectado desde una perspectiva espaciosa y respetuosa con la gente.
Cierto es que hace rato que ya he desistido de mi afán por encontrar una tienda de toda la vida. En este barrio la vida y la historia está todavía por construir.
Estoy no me pilla de sorpresa, ya me habían avisado. ¡En Diagonal Mar no hay tiendas de toda la vida nano! Lo único que verás es gente saliendo del centro comercial.
Efectivamente, pasando por delante del Centro Comercial Diagonal Mar veo un montón de gente salir con bolsas de tiendas.
Me llaman la atención tres personas, dos chicas que van con un guardaespaldas de paisano cargado de bolsas del drunkin y el primaks. Ellas, a los gritos, se llaman la una a la otra Tata Tala y Tita Elena, pero no se entiende nada de lo que dicen. Seguramente serán turistas que han venido a la ciudad en busca de las mejores gangas.
Ahora que ya me he paseado por el parque de Diagonal Mar y voy dirección a la costa me ataca el hambre.
Hay gente a la que el calor le quita el hambre, pero a mi me pasa una cosa muy curiosa, a mi el calor me da hambre de guarrerías fritas.
Así que sigo mi instinto y pongo rumbo a la playa, con la esperanza de encontrar un lugar que tenga una carta basada en calamares fritos y cosas por el estilo. Y una buena cerveza tostada, que es mi nueva manía y que no me voy a saltar por ningún motivo.
Parece que mi instinto me ha fallado, aquí de calamares a la romana nada. Estoy en el Bambú Beach Club y su carta es un poco más exótica, pero todo tiene muy buena pinta.
Me decido por un mix entre Asia y España y encargo unas bravas, unas gambas saladas de Huelva, unos Mejillones Thai y unas Gyozas de Verduras con salsa de soja y miso.
– ¿Será mucho? – le pregunto al camarero
– Creo que podrás con todo! – me dice mirándome a la barriga
Antes de irme le pido al camarero que me ponga un buen coctel veraniego en un baso grande de cartón reciclable, me voy a la arena.
Es Agosto, estamos a 34 grados a la sombra y no tengo ganas de anticipar mi siguiente parada.
Ahora mismo solo tengo claro una cosa, estoy frente a la playa y antes de que se pongan en marcha los procesos de digestión pago la cuenta y me voy a la playa de enfrente.
La playa de levante del barrio de diagonal mar es una de esas playas infinitas que tiene todos los servicios:
Me tumbo en la playa, escucho el ruido del mar y el murmullo de la gente.
Que bonito es vivir en Barcelona y poder disfrutar de una de las mejores ciudades del mundo.